CARNE DE CAÑÓN. Primera parte de 80 Teorías y un Drama sobre la Muerte.
Muchos recuerdos son similares a las manchas caprichosas de tinta sobre un papel que el tiempo de forma dinámica va doblando y plegando sobre sí mismo una y otra vez.
Así el proceso de rebuscar en la memoria se puede entender como la habilidad para encontrar y desplegar cada hoja manchada acumulada en nuestro cerebro e, igual como se interpretan las formas del test de Rorschach, volverlas a reinterpretar para darles una vida nueva.
Y es en esa recreación de la memoria cuando sin querer damos vida a otra historia paralela, no distinta a lo que fue, pero sí con una redacción de hechos dulcificada, que no se realiza con la intención de deformar el recuerdo (¿o tal vez sí?). Porque hay veces que algunos recuerdos duelen y prefieres mantenerlos, no en el olvido, porque este no existe, sino en “el autoengaño metafórico” que te regala el sufrido arte de la literatura.
Por ello, al intentar bucear en nuestra memoria podemos recuperar un amasijo de recuerdos a los que les añadimos una recreación artificial (no es un falso recuerdo, es un recuerdo que manteniendo la esencia de lo ocurrido no duele emocionalmente), estos no tienen la intención de engañar, solo buscan aproximarse a la verdad “evitando el dolor emocional”. Y, ahora, tras esta pequeña reflexión, voy a intentar aproximarme a la verdad, a mi verdad.