El
Petroglifo de Peñíscola no es un simple grabado ornamental, es la manifestación
de un proceso de comunicación que combina objetivos prácticos y mágicos. Su
estructura es lógica y constituye un mensaje con sentido completo, donde cada
signo grabado puede entenderse como un pictograma: Un fonema combinado con un
componente semántico que representa una idea o una palabra.
Este
dibujo tallado sobre piedra es una antigua plegaria de los Recolectores de Miel
que reza: “Suplicamos a la gran abeja, a la reina de la colmena, que nos
ofrezca un río de miel”.
Paradójicamente, el estudio
de este símbolo milenario ha mutado en una llamada de atención para evitar que
en este siglo XXI se extienda el inquietante “Silencio de las Abejas” por el
Paraje Natural de la Sierra de Irta.