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Diario de un dolor de tarde de domingo
註釋

El día empieza con el acostumbrado y rutinario trasiego 

de la farmacia, colocando los medicamentos recién llegados en un mundo de cajones y estanterías.

 Una caja de paracetamol resbala de las manos de mi 

compañera y cae al suelo. “Alguien está pensando en 

mí”, dice. La miro con desdén y no puedo evitar replicarle que eso es tan pretencioso como estúpido y que 

sólo esconde una realidad: “eres torpe”. Mi compañera 

me devuelve una mirada de indignación y suelta un “gilipollas” de camino al lavabo. Sé qué es esto en lo que vivo. 

Ese estado que alguien decidió distinguir con una exótica palabra, burnout, y que se me ha comido entero. Vivo 

en él y lo impregna todo. Abandonado a una existencia 

que no me pertenece e incapaz de transformarla.

 Qué caprichosa puede ser la vida cuando esta que, pareciera haberse convertido en tediosa rutina, de repente 

pide que te vuelvas a reinventar; a revisar lo que uno 

pudo ser, o fue, y a curar las heridas de lo que ahora es, 

mientras te suelta una buena bocanada de culpa.

 Con un discurso mordaz y burlón, diario de un dolor de tarde de domingo no es más que una pretendida 

excusa, una crónica petarda que acompaña el proceso 

de hilvanar una nueva existencia. Este, es el diario de un 

dolor latente; que consiguió adormecerse, contenido, y 

que ahora vuelve a recuperar todas esas tardes de domingo en las que quiso desaparecer.