La historia comenzó en el Archivo de Simancas, que visitó el autor con ocasión de completar la información sobre una comisión realizada por el ingeniero don Antonio Riviere en 1740 y demostrar que uno de los componentes de esa comisión era artillero y no ingeniero como decían los historiadores que habían escrito sobre las fortificaciones realizadas en esa fecha; se trataba del comisario provincial de Artillería, -empleo que equivale actualmente al de teniente coronel- don Manuel Gayangos. El mencionado artillero realizó una minuciosa inspección de todos los cañones artillados en las islas y, al tratar de la Artillería de Santa Cruz iniciaba el minucioso inventario así:
"Del calibre de á 36, largo 13 pies, 6 pulgadas y 9 líneas; fundición de Flandes; su nombre el Hercules...."
Para completar los conocimientos sobre la Artillería de Flandes fundida en la primera mitad del siglo XVI, el autor consultó la obra de José Arántegui y Sanz Apuntes Históricos sobre la Artillería Española en la primera mitad del siglo XVI, que terminó el 10 de septiembre de 1886 y fue editada en 1891. Su sorpresa fue grande pues se reencontró de nuevo con el Hércules al que el autor citado le aplicaba el siguiente calificativo: "uno de los primeros y más preciosos ejemplares que se hayan fabricado en el mundo"; a continuación en la ficha figuraba lo siguiente:
"El cañón tiene 175 mm. de diámetro por 4.166 de longitud del ánima, o sea algo más de 23 calibres."
Al decir Arántegui, uno de los historiadores que mejor conoce nuestra Artillería, que se trataba de uno de los cañones más preciosos del mundo y tener la corazonada de que podría tratarse del mismo cañón que había descrito Gayangos, picado por la curiosidad el autor acudió a la historiografía local. En principio la respuesta fue negativa pero, en una segunda lectura, comprobó que en las Piraterías de don Antonio Rumeu, aunque el Hércules no figuraba en el índice onomástico, sí estaba en algunas notas a pie de página (T III, pág. 193). Sólo hacía falta girar visita al Archivo Histórico del Cabildo de Tenerife que se conserva en el Archivo del Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna.
La pesquisa dio el resultado positivo que esperaba, pues en el inventario del Castillo Principal de Santa Cruz que acompañaba el Pleito-Homenaje del capitán Hernando del Hoyo como castellano, correspondiente al 31 de diciembre de 1585, se podía leer
" Ytem un tiro de bronçe llamado ercules con su caja e ruedas erradas."
Ya no había duda se trataba del mismo cañón, llamado: cañón de a 36 en 1742 y cañón de 175 mm en 1891. Para que no quedara ninguna duda no había más remedio que intentar recomponer su historia desde 1547, año en que fue fundido y tener en cuenta la ordenanza que estaba en vigor en cada uno de los momentos en que se inspeccionó, se revistó o se disparó el cañón.