Cuando su hijo mayor fue asesinado brutalmente en el monte cerca del pueblo, don Herculano ya no pudo quedarse con los brazos cruzados. Por eso, a pesar de la preocupación de su esposa y de que los habitantes del pueblo lo consideraran loco, él tomó su machete y su sarape para salir a buscar venganza. Sin embargo, cuando regresó con la cabeza del demonio que había asesinado a su hijo, todos empezaron a tenerle respeto.
El pueblo vivió en paz durante los siguientes años gracias a qué él dedicó su vida a dar caza a los demonios que acechaban la región hasta que, en una noche de tormenta, don Herculano murió.
Fue durante su funeral, cuando todo el pueblo estaba reunido en su hogar, que los demonios se hicieron notar otra vez, devorando a un niño que había salido a jugar al monte. Fue entonces que, convencido por las palabras de su abuela, Julio, el único nieto de don Herculano, decidió tomar el machete y el sarape de su abuelo para salir al monte a hacerles frente a los demonios.
¿Julio será capaz de enfrentar a los demonios que volverán a asolar la región o será devorado en el intento de continuar con la labor de su abuelo?