En la astillada poesía de la posguerra española destaca la vigorosa y
apartada rama intacta de los poetas cordobeses de la revista Cántico. Y
quién más «Cántico» que Pablo García Baena (Córdoba, 1923), cifra y resumen de
una estética y un modo de entender la poesía identificado ya para siempre con
el nombre de esta revista.
Desde Rumor oculto (1944) al recién aparecido Los Campos Elíseos
(2006), PGB ha ido desplegando, libro a libro, uno de los mundos poéticos más
densos y fascinantes de todo el siglo XX y de este que ahora apenas empieza.
Heredero de Juan Ramón y de Cernuda, de Góngora y de la poesía popular, su
verso desvela siempre una pasmosa y naturalísima maestría, que nunca se reduce
a lo meramente formal. Poeta sensorial y sensitivo, atraído por los «alimentos
terrestres» pero tocado también por el temblor de lo sagrado, PGB es ante todo
un poeta verdadero, es decir, un poeta que no le teme al silencio pero sí a la
palabra muerta y al lugar común.
PGB ha sabido ser para algunos, que quizás somos muchos, el ejemplo
mejor y más exacto de la mejor y más escondida poesía.
A.L.