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Adeptos e Iniciados
註釋

 El tiempo apremia. Pituco no está por completo preparado, pero tiene que situarse, ya, en el tablero. En gracia de esta premura, Atkula acepta a Pituco como discípulo. Con esta acreditación y en calidad de estudiante, lo conduce a la Fortaleza de los Adeptos. Tras unos días de permanencia en ella, Atkula parte hacia la Ciudad Santa y deja a Pituco solo.

Kitu, el Sabio de los Filtros, ha sido asignado a Pituco como servidor personal y guía en los paseos que el joven realice en los espacios que le dejen libre sus lecciones. Atkula es un muy alto personaje y no cabe descuidar a su pupilo. Con todo y no descuidarlo es víctima de un atentado que le pone al borde de la muerte. El anodino estudiante molesta a alguien y este alguien remueve las aguas. El Mago de la Medicina reclama como huésped suyo a Pituco en lo que dure su convalecencia. La tranquila Fortaleza hierve en incidentes que culminan en la muerte por envenenamiento de la pequeña Rina, nieta del Mago de la Medicina.

Pituco entró en la partida como un factor pasivo, mas ya está inmerso en ella. Para colmo, se ha convertido en un testigo inapreciable al que urge poner a salvo. Para darle asilo le abre sus puertas la Mansión Celeste de los Iniciados.