Este informe analiza un tema de gran importancia para la economía y la sociedad española, puesto que los inmigrantes son ya un porcentaje muy significativo de la fuerza laboral en España. En el primer trimestre de 2023, los 4,1 millones que había con empleo ocupaban el 19,9% de todo el empleo en España, llegando al 31,6% en la CA de Baleares. Su tasa de paro es muy elevada desde 2008, entre otras razones, porque siguen llegando en grandes números, pese a que el desempleo oficial en España no ha bajado de tres millones de personas en los últimos 15 años. Además, lo mismo que entre los españoles, hay muchos extranjeros de origen que no tienen trabajo y desearían trabajar, pero al no haber buscado empleo en las semanas previas a ser entrevistados para la EPA, no figuran en las estadísticas oficiales como «parados». Por orígenes, los africanos –muy mayoritariamente marroquíes–, son los que tienen tasas más altas de paro, y los que menos, los europeos occidentales, norteamericanos y chinos.
En los últimos años se está produciendo un fenómeno muy llamativo: los inmigrantes ocupan virtualmente todo el nuevo empleo creado, en términos netos, con la excepción del empleo público –que ha crecido mucho más que su peso en el total de la actividad laboral–, casi copado por españoles. No sería algo anómalo si hubiera pleno empleo de españoles, pero este no es en absoluto el caso. La mitad de los inmigrantes se coloca relativamente rápido, ya que tarda menos de seis meses en encontrar trabajo, pero a más de un 20% esto le lleva dos años o más, si es que lo encuentra. Más del 90% de las mujeres inmigrantes trabajan en el sector servicios. En cuanto a los hombres extranjeros de origen, aunque más de la mitad trabajan asimismo en servicios, el porcentaje de varones extranjeros que trabajan en el sector de la construcción o en agricultura respecto al total de inmigrantes ocupados es mayor que entre los hombres españoles, y menor en industria y servicios. Aunque los inmigrantes predominan en ciertos empleos, y en algunos oficios de forma amplísima, también hay bastante solapamiento laboral con españoles. Con excepción de los extranjeros occidentales –casi todos europeos–, el nivel educativo / de cualificación promedio de los inmigrantes es inferior al de los españoles. En consonancia, muchos más desempeñan trabajos de menor cualificación, y su salario promedio es apreciablemente más bajo que el de un español (15% a 35% menos, según origen geográfico). Pese a ello, muy pocos dicen sentirse discriminados en el trabajo (4,7% del total, por 3,4% los españoles, no habiendo apenas diferencia en los hombres).