Los cuentos de Todo tiene su final, que bien pueden leerse como una novela corta, tienen un ritmo de clave que invita al lector a escuchar salsa, incluso bailarla. Para quienes quieran acompañar este libro con rumba pueden hacerlo, en principio con Richie Ray, el Maelo, La Ponceña, Eddie Palmieri y Héctor Lavoe. Lo demás, corre por su cuenta.
La narrativa fantástica de Raúl Cazal toca temas urbanos como si fueran los surcos de un disco (hoy tracks de un CD) y con un lenguaje de calle caraqueño es capaz de retratar la violencia y la pasión, los sueños y la venganza, teniendo como centro un solo nombre de mujer: Belkis.