Hoy, el recipiente de vidrio es un objeto cotidiano, sin embargo no siempre fue así. Es necesario remontarse hasta mediados del II milenio a.C. para encontrar los primeros vasos realizados con esa nueva materia que, conseguida a través de la mezcla de diversos ingredientes, se destinó desde el principio a imitar otras más preciadas, como demuestran esos recipientes egipcios que, elaborados en un vidrio de color azul, se inspiraban en lujosas piezas de lapislázuli. Durante el I milenio se introdujeron nuevas técnicas, como el uso de moldes y, sobre todo, el modelado sobre una pre-forma, que permitieron reducir el tiempo fabricación y el coste de estos objetos que, no obstante, seguían siendo un artículo altamente exclusivo.
Es en época de Augusto cuando esta artesanía se expande, dado el periodo de paz establecido y, sobre todo, gracias al descubrimiento del soplado. A partir de entonces comienzan a implantarse en Occidente nuevos centros, en los que se combina la tradición, aportada por aquellos maestros llegados de Oriente, con innovaciones tanto técnicas como decorativas. Ello repercute notablemente en la difusión de una vajilla de vidrio que rápidamente formará parte de un servicio de mesa, en el que convive el lujo con producciones más corrientes destinadas a una clientela con bajo poder adquisitivo.
Escasamente tratado en la investigación arqueológica de nuestro país, el objetivo de esta obra es rescatar al recipiente de vidrio de ese tradicional olvido al que ha sido relegado. En ese sentido, se analiza esta característica vajilla a través de una serie de conjuntos procedentes de diversos yacimientos localizados, principalmente, en el área suroriental de la Península Ibérica, que permiten comprobar su progresiva integración tanto en los ambientes domésticos como funerarios. También se analiza su evolución entre los siglos I y VII d.C., un dilatado periodo que nos aproxima a la riqueza y variedad de los repertorios en época imperial, frente a la monotonía y austeridad que se observa durante la Antigüedad Tardía, cuando esta artesanía mantiene e impulsa los conocimientos adquiridos en etapas anteriores.