La vida de Manuel Velasco Suárez corrió paralela al siglo XX y estuvo animada siempre por una noble pasión: el humanismo. Espíritu inquieto, se interesó en la sociología y en la antropología, se dio tiempo para escribir seis libros y más de 300 artículos, pero fue sin duda en la política y, sobre todo en la medicina donde alcanzó sus logros más altos y la mejor expresión de sus ideales. Para Manuel Velasco Suárez estas disciplinas —medicina y política— eran indisociables: “Los médicos deben ser ángeles de dos alas, porque se necesitan para volar, una es la ciencia y otra la conciencia, ambas para atender con eficiencia y humanismo a quien requiera de sus servicios”.
Ciencia y conciencia fueron los ejes alrededor de los cuales giraron su vida académica y política. Fiel a sus convicciones como investigador, cirujano, maestro y terapeuta, fundó el primer programa de enseñanza para residentes en neurocirugía en el Hospital Juárez de México, el primer programa de enseñanza para residentes en neurocirugía, la Liga Mexicana contra la Epilepsia, fue el pionero de la cirugía ambulatoria y luego de una infatigable labor logró la fundación del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Mención aparte merecen sus esfuerzos dedicados a la difusión de la bioética para mejorar la calidez de la atención y la calidad de los servicios.