Entre las recientes historias (y micro-historias)
del cine mexicano, afortunadamente numerosas y significativas, debemos
mencionar dos novedosas colecciones dirigidas, escritas y editadas por Juan
Felipe Leal con la colaboración de Eduardo Barraza y Carlos Arturo Flores: Anales
del cine en México 1895-1911 y Cartelera
del cine en México, 1903-1911.
En la serie Anales
del cine en México 1895-1911, que
sumará más de veinte volúmenes, Leal se ha propuesto entender y explicar
el primer cine que surgió en el país en su contexto histórico y social, y
ofrecer una narración, temática y cronológica a la vez, que articule aparatos,
productores y exhibidores, salas y espectadores, acontecimientos relevantes y
obras cinematográficas, comentaristas y críticos. La colección comienza en
enero de 1895 con la llegada del kinetoscopio a la capital de la república y
termina en mayo de 1911 cuando el dictador Porfirio Díaz se va de México. A la
fecha ha publicado ya doce tomos de esta obra.
En la serie Cartelera del cine en México, 1903-1911,
que constará de una docena de libros, nuestro autor reconstruye o, mejor dicho,
“construye”, año por año, la exhibición cinematográfica en el país con base en
notas, artículos, reportajes y anuncios periodísticos; hojas volantes, programas
de mano, carteles, cartas, fotografías, fotogramas, fragmentos de películas, catálogos
comerciales de las casas productoras y archivos fílmicos. Si bien cada tomo
muestra sólo una pequeña porción de la totalidad de las cintas que se
proyectaron en la república mexicana cada año, esta porción no deja de ser
representativa. La colección inicia en 1903, cuando, según Leal, tiene lugar un
auge de las películas “de argumento” y un declive de las vistas “documentales”,
y finaliza en mayo de 1911, en plena crisis político-militar. Hasta ahora ha
publicado cuatro volúmenes de esta obra.
La tarea emprendida por
nuestro autor se antoja titánica pero no por ello menos fascinante. Por
ejemplo, los años que abarca la
colección Cartelera del cine en México,
1903-1911, comprenden el paso del espectador ocasional a los primeros
públicos del cine y el surgimiento de las primeras generaciones de cinéfilos. Múltiples
testimonios de aquellos días revelan que fue justamente ese variopinto público
de los orígenes el que comenzó a exigir
más películas “de argumento” y a rechazar los “cortos” de contenido
educativo, informativo y publicitario.
Si en las Carteleras elaboradas por Juan Felipe Leal para 1903,
1904 y 1905 a cada año corresponde un volumen, en la de
1906 la información es tan abundante que el autor se ha visto obligado a
agruparla en tres libros: Primera parte (enero-marzo); Segunda parte
(abril-junio); Tercera parte (julio-diciembre). Para concluir, quiero destacar
que la investigación iconográfica en la que se apoyan tanto la “Presentación”
como las cédulas técnicas de la Cartelera
del cine en México, 1906. Primera parte (enero-marzo) es en sí misma digna
de encomio y estudio.
Eduardo
de la Vega Alfaro