Un hogar lo componen una familia y una casa. Para muchos, esta afirmación es indiscutible como un axioma de Perogrullo. Para otros, tal vez pocos, pero entre ellos el autor de este libro, simplemente es una sentencia que bien pudiera no ser cierta. Al igual que le sucedía al gato de Schrördinger, que estaba al mismo tiempo vivo y muerto, un hogar puede residir a la vez en una y en otra vivienda. En el caso de España, según nos muestra esta investigación, en muchas de las casas habitadas encontraríamos, o no, a una familia. Y es que alrededor de una sexta parte de los hogares familiares poseen además de una segunda residencia, también una primera.
Esta investigación muestra la segunda residencia como un asunto complejo y paradójico, que permite reflexionar sobre las relaciones entre movilidad y lugar en las sociedades contemporáneas. Gran parte de su itinerario empírico nos lleva por fricciones espaciales y temporales que muestran el marco de oportunidades y restricciones en el que la segunda residencia se lleva a cabo. Se observan así los procesos demográficos y residenciales, tratando de identificar trayectorias que incorporan memorias y expectativas, herencias e inversiones. Encontramos, entre ellas, las de los jubilados extranjeros de las costas, las de los jóvenes recién emancipados, las de los neorrurales conectados, las de las familias deshaciéndose de incómodas herencias, las de los mayores retornados,… Todos estos diversos tipos sociales confluyen en la vivienda secundaria como sintetizadora de flujos y anclajes, de viejos y nuevos vínculos activados por el tránsito de sus habitantes. El estudio minucioso de sus huellas nos permitirá comprender algunos de los procesos que configuran el territorio en la actualidad.