Mi primer contacto con “Oeste” fue a través del filtro de las representaciones míticas. De estos, en la segunda mitad del siglo pasado, películas del oeste (tengo unos 200) y cómics (en primer lugar Tex Willer) que eran mis lecturas diarias y las de casi todos los chicos nacidos en la década de 1940 y siguientes, eran el dispensador de historias del Lejano Oeste más grande del mundo. El Oeste de la historia, por tanto, será “cosa” de los Estados Unidos, mientras que el mítico Lejano Oeste es universal, al menos desde que el cine se unió a la literatura y al arte del siglo pasado. El "Lejano Oeste" de Buffalo Bill y Kit Carson, de los sioux y los apaches, de los potros y los winchester, de los vaqueros y de la vida al aire libre ha pertenecido durante mucho tiempo a nuestra cultura: se han convertido en figuras del habla, entidades legendarias. , primero y luego los históricos, de los que "se sabe" aun sin saber. El consumo cultural, como es sabido, ha vivido siempre de figuras emblemáticas: la ira de Aquiles y la astucia de Ulises, la locura de Orlando y la de Don Quijote, las dudas de Hamlet y los celos de Otelo, las flechas de Robin Hood y la espada de D'Artagnan y así sucesivamente. A veces, los estudios o el simple deseo de saber más llevan a ir más allá de la superficie. La modesta aportación que quiero destacar con este trabajo es comprobar, en la medida de lo posible, y mediante la lectura y coordinación de multitud de libros, artículos y documentos, la verdadera historia de Oeste, de sus hombres y de su To interpretar mejor este período tan particular de los Estados Unidos, pensé en acotar su historia en el tiempo desde 1803 (la compra del inmenso territorio de Luisiana a Francia) hasta 1890, año de la gran masacre de Wounded Knee que cerró para siempre las guerras fronterizas .