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Cantares de la memoria
註釋Siempre que se habla de música folklórica o de alguna expresión de la cultura popular, aparecen indefectiblemente la palabra Anónima. Para algunos teóricos del folklore, el anonimato es casi una condición sine qua non de lo auténticamente popular. Hace algunos años, después de visitar en Budapest el museo Béla Bartok y el conservatorio zoltan Kódaly, dos grandes músicos húngaros cuya obra se inspiró en gran medida en temas folklóricos de su país, al perderme en las callecitas de la bella ciudad a orillas del Danubio, me topé con un singular monumento que me pareció original y necesario: La estatua de un hombre de atavío sencillo, rodeado de atributos de las artes. La complexión del personaje enjuta, mostraba unas manos de dedos largos, nerviosos, que llenaban de vida el bronce en el que estaba fundidos. Bajo el ala de su sombrero campesino, su cabeza erguida y digna carecía de rostro. El nombre inscrito al pie del personaje era elocuente: Anonymus. No pretendo polemizar con quienes sostienen la validez y las notables virtudes del anonimato para todo lo popular y que manejan el término folklórico, generalmente con un sentido despectivo. Durante más de 25 años he convivido con la expresión cultural y musical de quienes producen, cantan y difunden la música y he comprobado no sólo que tiene rostros y manos, sino nombre y apellido, historia y valores tan importantes y dignos como los que registras la Historia, la quepretenden escribir algunos para sembrar la desmemoria de los muchs y ensalzar el recuerdo de unops pocos. ¿Por qué a un artista, un compositor o un virtuoso de su intrumentos, en la costa de Oaxaca o en la Cordillera de los Andes se le escamotea su nombre en una grabación o ni siquiera se registra el maravilloso sonido de su instrumento? ¿Por qué los mexicanos desconocemos el arte de don Teódulo Nartanjo, Arreveriano Platas, Timoteo mireles, Isidro Regalado, don Antíoco Garibay, don Noberto Cerecedo y tantos más? Las páginas que recorrerá el lector no pretenden otra cosa, sino recoger las vivencias, la reflexión y la crónica que como uno más de los integrantes del grupo Los Fokloristas me propuse hacer, ya que la aventura que este trabajo ha significado para mi vida, por enriquecedora y apasionante, me hizo necesario compartir con quien se interesen en ella. No se tata por tanto de hacer la historia del grupo, ni mucho del Movimiento Musical del que formamos parte, pero sí de proporcionar un punto de pertida para el caminante que transite por las veredas de un cantar y un sentir, que como el amor y la vida, no conocen sustitutos. Quisiera con esto, constribuir a develar el rostro, el nombre y la memoria de quienes con humanidad y sencillez nos han enseñado y escriben las hojas multicolores de la historia y cultura más profundas (René Villanueva-Introducción)