La bibliografía de la primera época de la independencia nacional cuenta con escasos volúmenes. Para quien quiera seguir cronológicamente el desarrollo de nuestra emancipación, a partir de 1810, es preciso comenzar por el «Diario Político» de Caldas y Camacho; los demás periódicos de aquellos días; el «Diario», de José María Caballero, y en seguida, «Las Memorias de un Abanderado», de José María; Espinosa.
Aunque escrito este libro más de sesenta años después de los acontecimientos a que se refiere, no parece que tan largo y tormentoso tiempo de la vida colombiana lo hubiera separado de las páginas iniciales de nuestra historia política, pues se halla animado por un mismo espíritu de sencillez y de sinceridad y relata los hechos con tal precisión que transporta fielmente al lector a los primeros años del siglo.
Los contadísimos militares que han dado a la estampa algunos trabajos sobre la materia, lo han hecho sin duda a costa de sacrificios y molestias, como todos los demás ciudadanos que sobre ciencias, antigüedades, historia y literatura han publicado excelentes libros, sin tener para ello más estímulo que su amor a las letras, ni otra esperanza de recompensa que la satisfacción de ser útiles a su país, a la ciencia y a la posteridad.
Doloroso es ver cómo algunos sabios extranjeros que, entre otros muchos estólidos viajantes de la escuela de Steward y de Gavriac, suelen visitar nuestro país para hacer estudios científicos, no encuentren en él una corporación autorizada con quién entenderse, ni que pueda suministrarles los informes que necesitan, y tienen que mendigar los conocimientos aislados de algunos particulares que se ocultan, como avergonzados de la ciencia que han adquirido con sus propios esfuerzos; lo cual cede sin duda en excepcional descrédito de esta patria que queremos todos levantar en alto desnuda y enflaquecida, para que la vean las demás naciones, y sea el objeto de su befa y escarnio.