En 1796, 242 años después de la construcción del primer anfiteatro anatómico de la Universidad de Salamanca, se construyó un segundo teatro anatómico, comprando un terreno que pertenecía al Hospital General de la Santísima Trinidad, ubicado en lo que hoy es colegio de las Siervas de San José. El anfiteatro estaba próximo a la iglesia de San Román y contaba con una preciosa ventana barroca (que aún hoy día puede contemplarse); poseía un museo anatómico y algunas aulas (muy pocas) que servían para Facultad de Medicina.
En la puerta de entrada de dicho anfiteatro se dice que había una lápida de pizarra en la que estaba escrito el dístico siguiente: «AD CAEDES HOMINUM PRISCA ANPHITEATRA PATEBANT NOSTRA UT LONGUM VIVERE DISCANT», cuya traducción, aproximada, viene a decir: Los antiguos anfiteatros estaban abiertos para las matanzas de los hombres, los nuestros para que aprendan a vivir una larga vida. El Hospital General de la Santísima Trinidad funcionó como tal hasta que se trasladó en 1904 a su ubicación actual. Un poco antes la Facultad de Medicina (junto a la de Ciencias) cambió también de localización, al habilitarse la Hospedería del Colegio Mayor Arzobispo Fonseca para tal fin, sin que existiese anfiteatro anatómico, aunque un poco más tarde se construiría como añadido a la Facultad de Medicina.
Fue en 1916 cuando el edificio del antiguo Hospital General de la Santísima Trinidad fue vendido a las Siervas de San José, siendo un poco más tarde (1918) cuando el Rector de la Universidad, D. Salvador Cuesta, le cedió el anfiteatro (y además, el obispado, la iglesia de San Román), perdiéndose prácticamente lo que quedaba del anfiteatro (gradas y techo), utilizándose como gimnasio para los niños por parte de las monjas.
Casto Prieto Carrasco, catedrático de Anatomía en la década de 1930, expone que «para que no se olvide del todo, ni el dístico, que por sí merece honores de publicidad perpetua, ni la razón ni época del noble y limpio origen de la obra dieciochesca para que fue destinado, ni su final vergonzoso para la Universidad, ya que rescatarlo parece difícil, se debe, al menos y así se hizo, reproducirlo en un nuevo anfiteatro que se había construido en 1926 junto a la Hospedería del Colegio Fonseca».
Aunque, de nuevo, este anfiteatro (tercero de la Universidad) como tal desapareció y su exterior fue remodelado, aún puede verse lo que queda de él. Entre otros detalles se conserva, en el capitel de la puerta de entrada al edificio, el dístico que existió en el segundo anfiteatro de Anatomía y que Prieto Carrasco pidió que se pintara para que no se perdiera parte de la Historia de la Universidad de Salamanca. Hoy día poca gente conoce el sentido y significado del mismo. En este anfiteatro antes de su renovación, explicó anatomía el profesor Amat.
Después de cumplirse más de un año desde que nos dejó físicamente Pedro Amat, él sigue aún vivo en nuestro recuerdo. Era catedrático emérito de la Universidad de Salamanca en la disciplina de Anatomía y Embriología Humana y, a la hora de su jubilación, director del Departamento de Anatomía e Histología Humanas, alcanzando un gran prestigio como anatomista, docente e investigador. Su muerte tuvo lugar el 30 de junio de 2011 y un grupo de profesores que tuvieron relación en algún momento con él, concretamente los profesores Eugenio Zarza, Moisés Egido, Luciano Muñoz, Agustín Martín, Vicente González y Ricardo Vázquez, pensando en el «paso y trayectoria de D. Pedro Amat en la Universidad de Salamanca», han creído que debía tener un reconocimiento, más que merecido, por su labor y decidieron ofrecerle, en forma de un Liber amicorum, opiniones y aportaciones muy variadas, pertenecientes a diferentes personas que, por una u otras razones, hubieran tenido alguna relación con él.
Las personas con las que hemos contactado, amablemenete han contribuido a participar en ese evento; es cierto, que nos hubiera encantado localizar a algunos otros compañeros de Pedro Amat, pero ha sido imposible debido a que la mayoría de ellos ya no están con nosotros y, también lo es, que ha habido otros a los que les hubiera gustado participar y no fueron localizados; a esto últimos les pedimos disculpas y a todos ellos les damos las gracias. Los diferentes escritos presentados no han sido, por supuesto, modificados y están publicados tal cual sus autores lo han expresado y nosotros solo hemos hecho un cierto ordenamiento de los mismos; si las personas son diferentes, los trabajos también lo son y así, unos lo han recordado según el momento de su vida en el que tuvieron relación con él, otros reflexionando sobre su proceder en su largo recorrido por la Universidad salmantina y aun otros, dedicándole un trabajo de revisión o de investigación.
Se inicia el libro con dos artículos, uno, haciendo un breve recuerdo del profesor Amat, el otro, con una revisión sobre una de las glándulas endocrinas que más le gustaban, la hipófisis; ambos han sido escritos, en su honor, por miembros del Departamento de Anatomía e Histología Humanas. A continuación se han reflejado las aportaciones de algunos de los miembros de la Escuela Anatómica a la que perteneció Pedro Amat, concretamente la del profesor Escolar, que comenzó en Granada y continuó en Zaragoza, lugares donde el profesor Amat inició su vida profesional, antes de su venida a Salamanca.
A continuación y ya como etapa salmantina, se incluyen las aportaciones de los que fueron discípulos suyos, alumnos y doctorandos, para pasar más tarde a aquellas que están referidas a su vida académica, como director del Colegio Mayor San Bartolomé, decano de la Facultad de Medicina y rector de la Universidad de Salamanca. Por último, la comisión presenta trabajos de investigación in memoriam y se concluye el libro con aportaciones de miembros de la Sociedad Anatómica Española a la que, por supuesto, perteneció.