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註釋

Mariano se aproximó a Esther. Ebullían muchas emociones, quería decirle que la iba a extrañar, que el palomazo era para ella, que se cuidara en el avión, camión, tren; lo que tomara. Que no fuera tan rápido, que aún era temprano, que tenía algo qué decirle. Abordó su espalda. Esther no volteaba, seguía en su camino haciendo caso omiso a las señales. Mariano sintió miedo, las imágenes de una vida junto a ella pasaban de manera veloz: los llantos, encuentros, cigarros, noches de jazz. Siempre juntos extraviados por la ciudad. Puso una mano sobre su hombro, iba a soltar la frase, Esther se volvió, temblaba: No, no me digas nada, sigamos caminando.