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Como sobrevivir con 36000 dólares al año
註釋¿Cómo gestionar sus gastos durante los felices años veinte?

Fitzgerald se casó con Zelda en 1920 y a lo largo de su vida ganó mucho dinero tanto por su trabajo en la industria cinematográfica como por sus artículos, cuentos y novelas. También derrochó mucho dinero y tardó años en aprender a gestionar sus ganancias o por lo menos en contener los gastos.
Presentamos aquí reunidos dos artículos autobiográficos, dos brillantes muestras de su refinado talento, las crónicas de sus intentos fallidos de ahorrar, ambos publicados en 1924 en el Saturday Evening Post.
En Cómo sobrevivir con 36000 dólares al año, un retrato irónico y representativo de la clase media norteamericana, los Fitzgerald se mudan a las afueras de Nueva York y compran un libro de contabilidad en el que Zelda registra minuciosamente cada recibo en un intento desesperado de ahorrar. El éxito de ese primer artículo le animó a escribir una secuela: Cómo sobrevivir prácticamente con nada. Esta vez la familia Fitzgerald sube a un barco rumbo a Europa donde, eso pensaban, habrían podido vivir bien y con poco dinero.
Cierra el libro el artículo “ La declaración de la renta de F. Scott Fitzgerald” firmado por el prof. William J. Quirk y publicado en la revista The American Scholar.

Un relato muy revelador de la época en la que vivió los Fitzgerald

SOBRE EL AUTOR

Francis Scott Fitzgerald (1896 – 1940) es la viva encarnación de la Edad del Jazz y uno de los protagonistas más destacados de la llamada Generación Perdida a la que se adscriben muchos otros escritores nacidos hacia finales del siglo XIX y que se establecieron en Francia después de la Primera Guerra Mundial.
Escribió cuatro novelas más una que quedó inacabada y muchos relatos, casi todos con temas recurrentes: la juventud, la desesperación y el malestar generacional.

EXTRACTO

—Tiene que empezar a ahorrar —me previno hace unos días el Joven con Futuro—. A usted le parecerá estupendo vivir al día, pero como siga así acabará en el hospicio.

Me aburría, pero, como sabía que de todas formas me lo iba a decir, le pregunté qué debía hacer.

—Es muy sencillo —contestó impaciente—, solo tiene que abrirse un fondo fiduciario del que no pueda sacar dinero cuando le venga en gana.

No era la primera vez que me lo decían. Es el sistema número 999. Ya probé el sistema número 1 en los primerísimos compases de mi carrera literaria, hace cuatro años. Un mes antes de casarme fui a ver a un corredor para que me aconsejara dónde invertir un dinero.