David Benda, quien realizaría el último retrato de Sigmund Freud, es el nombre tras el que se esconde un joven y extraordinario pintor. David es judío y vive una intensa pasión con una bella joven vienesa aria, en un momento histórico terrible en que esas relaciones son un delito. Los nazis están a punto de entrar en Austria, y esa invasión será el preludio de la Segunda Guerra Mundial y de una fascinante historia de amor, violencia y resistencia a la tiranía.
David huye a La Habana a bordo del Saint Louis, el barco de los condenados, ciudad donde vuelve a enamorarse y donde desea ardientemente echar raíces y olvidarse para siempre de Europa y sus crueldades. Lo atormentan el recuerdo de una muerte trágica y la necesidad de vengarse de un asesino al que una vez consideró su amigo. Lamentablemente, tampoco consigue arraigar en Cuba.
Otra vez tiene que huir a un nuevo país y, sin proponérselo, a otros brazos. En Nueva York se reencuentra con un viejo amor de juventud y se aproxima de nuevo a la felicidad. La historia de David Benda, llena de aventuras y desventuras, de amores y desencuentros, es la del siglo que terminó hace pocos años. De alguna manera, es la historia de todos.