Almanzora, agosto de 1937. El mundo se halla en constante
guerra y en su avance ha llegado ante las puertas de esta aldea imaginaria
donde sus habitantes sobreviven al margen de la realidad. El párroco de
Almanzora ha muerto mientras celebraba la misa del sábado por causas que no se
logran esclarecer y el alcalde se ve obligado a hacer todo lo posible para
enterrar al difunto. El problema surge cuando no llega ningún otro sacerdote
que oficie el entierro y se suceden toda clase de situaciones extraordinarias,
insólitas y extravagantes de origen mitológico y sobrenatural.
Conjugando lo mejor de tres estilos narrativos del género de
la novela, realismo mágico, surrealismo y literatura fantástica, Donde no
hubo guerra es una novela antibelicista que se enmarca dentro de una
selecta bibliografía de títulos dedicados a tratar la realidad desde la
fantasía.