El estado mexicano de Yucatán, con su ubicación de importancia estratégica cerca de Estados Unidos de América, América Central y el Caribe, es una de las regiones más dinámicas de la OCDE. Yucatán es también una tierra de contrastes. Es una región rezagada pero en crecimiento, que ofrece una alta calidad de vida y vastos recursos naturales, pero que a la vez padece problemas de sustentabilidad. Sus atracciones turísticas se localizan en zonas rurales que no se benefician de ellas. Cuenta con servicios médicos estatales y peninsulares, pero su cobertura de servicios de salud es desequilibrada. Yucatán es un centro de educación superior en la península y, sin embargo, sus graduados no consiguen empleo. Tienen varias comunidades marginadas en organismos administrativos fragmentados y, si bien los estados que pertenecen a la península comparten un legado y un atractivo culturales comunes, sus instituciones no cooperan entre sí.
Resulta claro que Yucatán no aprovecha por completo sus múltiples recursos y, de hecho, los desafíos que prevalecen en la región amenazan con debilitar los bienes locales. Entre estos desafíos se encuentra la necesidad de convertir determinadas actividades en procesos de innovación y diseño de un valor agregado más alto, así como fomentar el que las actividades primarias lleguen a los mercados internacionales. Pese a que el gobierno estatal ha propuesto programas para estimular la formalización de la economía informal, medidas como una mejor reglamentación, la reducción de la burocracia y la oferta de oportunidades de empleo y el acceso al crédito formal podrían causar un mayor impacto. La falta de una visión a largo plazo compartida y coherente es un reto fundamental para mejorar la competitividad regional y la cohesión social en Yucatán. Las recomendaciones de la OCDE sólo pueden ser parte de una estrategia de mayor envergadura para desarrollar una visión colectiva del futuro del estado.