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Psicosociología Aplicada a la Prevención de Riesgos Laborales
註釋

1.  La importancia de los riesgos psicosociales

El principio básico de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL, cap. 1, art. 2) es la prevención de los riesgos profesionales para la protección de la seguridad y de la salud, así como la eliminación o disminución de los riesgos derivados del trabajo. En este propósito entran todos los tipos de riesgo y afecta a todos en la misma medida. Sin embargo, la conciencia preventiva y la tolerancia del riesgo es muy diferente ante la exposición a un riesgo físico evidente de accidente, por ejemplo, una caída o atrapamiento, que ante un riesgo psicosocial (ej. estrés o violencia en el trabajo), aunque ambos pueden producir daños a la salud similarmente graves. En general, se acepta como implícito al puesto de trabajo cualquier riesgo psicosocial y si resulta deteriorada la salud del trabajador, la atribución es interna en términos de vulnerabilidad individual (Vega, 2005). Por lo que, no existe todavía suficiente sensibilidad por parte de la mayoría de los actores implicados en la prevención (empresarios, trabajadores, servicios de prevención, técnicos, etc.).

La importancia creciente de los riesgos psicosociales proviene del auge del sector servicios. Aunque los riesgos laborales de origen psicosocial no son exclusivos del sector servicios, pues están presentes igualmente en el resto de los sectores productivos (primario y secundario), su manifestación en el sector servicios es claramente prevalente (Moreno y Báez, 2010). Así, la reducción de los accidentes de trabajo viene acompañada de un notable incremento de problemas y trastornos psicológicos. De hecho, el estrés laboral es el segundo problema de salud relacionado con el trabajo más frecuente en Europa después de los trastornos musculoesqueléticos (Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, 2014). En España, el 59% de los trabajadores españoles sufre estrés en el trabajo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y la media de días de baja por estrés en España oscila entre los 15 y 30 días (INSS, 2017).

Además, los cambios en la organización y gestión del trabajo (p. ej., el teletrabajo, la temporalidad o la flexibilidad) están provocando la aparición de riesgos psicosociales emergentes (p. ej., la adicción al trabajo y el presentismo) y nuevos retos en el ámbito de la salud y la seguridad laboral. Así, un estudio prospectivo de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (2018) sobre los riesgos nuevos y emergentes asociados a la digitalización, que incluye la robótica y la inteligencia artificial, señala que en 2025 los factores psicosociales serán cada vez más importantes, porque las TIC pueden promover cambios en los tipos de trabajos disponibles, en el ritmo de trabajo (cómo, dónde y cuándo se realiza) y en cómo se gestiona y supervisa. Además, se pronostica un aumento del estrés laboral, especialmente debido al impacto del creciente seguimiento de los trabajadores facilitado por los avances de los dispositivos móviles en entornos distintos de la oficina, la disponibilidad 24/7, la confusión de los límites entre la vida laboral y personal, y la economía de las plataformas de internet.

2.  Definición de riesgos psicosociales laborales

Los factores psicosociales son condiciones organizacionales del trabajo que pueden afectar a la salud laboral de las personas positiva o negativamente. Por ejemplo, la cultura y el clima organizacional, o el liderazgo pueden desencadenar óptimas o pésimas condiciones de trabajo que tengan consecuencias positivas o negativas para el bienestar de los trabajadores (Moreno y Báez, 2009). En el último caso, cuando los factores organizacionales y psicosociales de las organizaciones (p. ej., contenido del trabajo, sobrecarga y ritmos, horarios, relaciones interpersonales, ambiente y equipos) son disfuncionales generan respuestas de ansiedad que se convierten en factores de riesgo psicosocial que afectan negativamente a la salud y el bienestar de los trabajadores (Benavides et al. 2002), es decir, cuando estos factores organizacionales se materializan como factores desencadenantes de tensión y estrés laboral (Peiró, 1993). Por lo general, tienen características propias: a) se extienden en el espacio y el tiempo. b) son difíciles de objetivar; c) afectan a los otros riesgos; d) tienen escasa cobertura legal e) están moderados por otros factores; y f) es difícil intervenir sobre ellos (Moreno y Báez, 2009).

No debemos confundir los factores de riesgo psicosocial con los riesgos psicosociales laborales. Un riesgo psicosocial laboral (p. ej., estrés, acoso laboral, acoso sexual, conciliación trabajo-familia) es un hecho, un acontecimiento, una situación o un estado resultado del diseño del puesto de trabajo, de la organización y de la gestión del trabajo que tiene el potencial de causar daño psicológico o físico a la salud y al bienestar de los trabajadores (p. ej., Cox, Griffithm y Rial-González; Gil-Monte, 2012), aunque los efectos sean diferenciales en cada trabajador. Las características definitorias de los riesgos psicosociales son que: a) afectan a los derechos fundamentales del trabajador; b) tienen efectos globales sobre la salud del trabajador; c) afectan a la salud mental de los trabajadores; d) tienen formas de cobertura legal (Moreno y Báez, 2009).

Las causas más frecuentes son un deterioro de las características de la tarea (p. ej., cantidad y ritmo de trabajo, falta de precisión, monotonía), de las características de la organización (p. ej., procesos de socialización y desarrollo de carrera, estilo de liderazgo), de las características del empleo (p. ej., salario, estabilidad en el empleo, pérdida de estatus, pérdida de prestigio); y de organización del tiempo de trabajo (p. ej., turnos rotatorios, tipo de jornada). Es evidente, que la exposición a este tipo de riesgos no deteriora significativamente la salud del trabajador; no obstante, supone una tensión psicológica continua que, a largo plazo, puede cronificarse (Gil-Monte, 2012).

Como se ha citado con anterioridad, actualmente se suele hablar de riesgos psicosociales emergentes, es decir, cualquier riesgo causado por nuevos procesos, tecnologías, avances científicos o percepciones sociales. Estos riesgos psicosociales emergentes se agrupan en cinco ámbitos (Gil-Monte, 2012):

a) Nuevas formas de contratación laboral (p. ej., contratos precarios, subcontratación e inseguridad en el puesto de trabajo) que pueden aumentar los niveles de estrés y ansiedad del trabajador.

b) Envejecimiento de la población laboral activa y retraso en la edad de jubilación, que la hace más sensible a la carga mental y emocional.

c) Intensificación del trabajo (p. ej., manejo de una gran cantidad de información, mayor presión en el entorno laboral).

d) Alta exigencia emocional en el trabajo y un aumento del acoso psicológico y de la violencia (sobre todo, en el sector sanitario).

e) Desequilibrio y conflicto entre la vida laboral y personal, debido a la falta de ajuste entre las condiciones de trabajo y la vida privada de las personas.

3.  La prevención de los riesgos psicosociales

En toda la gestión de la prevención de riesgos laborales hay un factor humano donde reside la clave de los comportamientos seguros. En la medida que la gestión eficiente de los comportamientos seguros se extienda, se reducirán y/o evitaran accidentes, enfermedades profesionales y bajas laborales, y, en consecuencia, unos cuantiosos costes sociales y económicos. Así, en Europa el estrés cuesta cada año cerca de 705 billones de euros, por lo que una reducción de los riesgos psicosociales incrementaría, a su vez, la productividad de las empresas (Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, 2009). De hecho, se calcula que por cada euro que se invierte en reducir los riesgos psicosociales, las empresas retornan cinco. El principal motivo es que buena parte de las intervenciones preventivas se basan en mejoras de los sistemas de trabajo y de la eficacia organizacional (definición clara de los puestos de trabajo, aumento de la formación de los empleados, etc.), por lo que salud y productividad no son incompatibles.

Acorde con lo anterior, el objetivo final de los programas y las actividades de prevención de los riesgos laborales ha de ser llegar a consolidar una auténtica cultura de la seguridad en el trabajo. Por cultura de seguridad se entienden las actitudes y valores de los integrantes de la organización y de la propia empresa en aquellos aspectos relativos a la seguridad. Así, la forma de entender la seguridad laboral se concretaría en un conjunto de comportamientos cotidianos. En las empresas, pues, se deberían plantean actividades que refuercen la cultura de seguridad de los trabajadores, mediante la promoción de una conciencia individual acerca del impacto de los riesgos y accidentes tanto en los productos y servicios ofrecidos por la empresa, como en el propio bienestar de los trabajadores. Para resumir, una cultura de seguridad fuerte conllevaría no sólo un impacto directo en la disminución del número de accidentes laborales, sino una influencia indirecta en la productividad de la empresa y en su competitividad frente a otras dentro de su nicho de mercado. Si la organización es capaz de eliminar los errores que están en el origen de muchos riesgos laborales, a la vez se eliminarían los costes subsiguientes, los que a su vez estarían asociados a una falta de calidad en productos y servicios. Así, además de mejorar la calidad de sus contribuciones, también se protegería el bienestar de las personas y se avanzaría en la línea del desarrollo sostenible de la organización (Di Fabio y Peiró, 2018).

Los contenidos de este manual están orientados a la aplicación de psicosociología a prevención de riesgos laborales. En los primeros capítulos se aborda el estrés laboral, el síndrome de burnout y la violencia en el trabajo, para centrarse más adelante en la evaluación de los riesgos psicosociales y de sus consecuencias, así como el papel crucial que tiene el liderazgo en la prevención de riesgos laborales. En la segunda parte, los capítulos tratan temáticas más específicas como la adicción al trabajo y el presentismo, y el impacto de la diversidad organizacional en función del género y la edad en los riesgos psicosociales. Cierran el presente libro dos capítulos novedosos, uno de ellos centrado en los procesos de recuperación del trabajo y en los riesgos psicosociales en las emergencias sanitarias. Todo ello orientado a ofrecer una perspectiva amplia y basada en la investigación empírica más reciente para comprender y prevenir los riesgos psicosociales en el trabajo.