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Avatares 2
註釋

 Seis son los eslabones con los que Ángela Edo sintetiza la trayectoria de un “soplo de vida”, apegado a los espejismos y enquistado en las concreciones secretadas por su ego personal. En “Avatares 1 y 2” vemos como, reencarnación tras reencarnación, nuestro protagonista dilapida las reservas energéticas destinadas a nutrir al “ser de vida” que con el “soplo” se le otorgó. Con su obrar irresponsable e inconstante se reduce a sí mismo a la condición de cáscara huera, y llega al punto en que la substancia espiritual desaparece de él, y ocupa su lugar en el espacio a ella destinado, un amasijo de materia inerte mezclada con humores corrompidos.

Al final de este “Avatares 2”, volumen íntegramente dedicado al eslabón sexto, unas potencias piadosas impiden que nuestro “soplo de vida”, convertido en una “fracción de nada”, caiga de inmediato en la fosa depuradora. Pese a ello, ya es demasiado tarde para que le quepa modificar su destino. Y es que la Ley de Causa y Efecto es inquebrantable y a nadie consiente que se burle de ella.
Para nuestro “soplo de vida” convertido en “fracción de nada”, será como si nada hubiera ocurrido. Continuará girando, mas no a su aire, sino sujeto al ritmo que le imponga la Rueda. En cuanto a su larga Cadena, esa se prolongará con nuevas anillas hasta que el último de los efectos que la ocasionaron se haya diluido en el disolvente universal. En llegando ahí, el alma perdida alcanza la terminal definitiva con cuya inanidad se funde.
Se trata de un final en verdad desconsolador. No puede ser otro dados sus antecedentes. Ocurre que para acceder a la vida eterna hay que conquistarla y el plazo para hacerlo es caducable. Así que cada quien haga de su capa un sayo y saque del relato sus propias consecuencias.