El aumento de la esperanza de vida en mayores de 65 años en las últimas décadas y la baja natalidad han propiciado el envejecimiento de la población y consecuentemente un predominio de enfermedades crónicas e invalidantes que aumentan vertiginosamente la demanda social y los gastos sanitarios, creando el reto y la necesidad de reorganizar los sistemas sanitarios buscando alternativas que garanticen una asistencia sanitaria sostenible, adecuada y de calidad a toda la población. Una de estas alternativas es la Hospitalización Domiciliaria que tras su nacimiento en Estados Unidos en 1947 con las primeras unidades “home care” y su llegada a París en 1951 inicia su desarrollo en España en los años 80 con el objetivo de ofrecer una atención humanizada, adecuada, integral y con una calidad asistencial similar a la hospitalaria en el domicilio del paciente, mejorando sustancialmente su calidad de vida y ahorrando estancias hospitalarias.