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Las Patricias y otros cuentos seleccionados
註釋

“Pasen ésta página y se olvidarán de mí”, decía en algún texto Edgar Rice Burroughs, el creador de Tarzán. Una frase tan sencilla y sabia de quien no era el gran novelista americano, pero indudablemente conocía su oficio.


Me encantaba la vieja costumbre de humedecer el dedo índice para pasar la página. Era un gesto práctico caído en desuso, pero para mí tenía el mismo valor que el pulgar extendido de un autostopista: estaba a punto de emprender una gran aventura.


En los inicios de ELE, una de las primeras plumas que atrajo notablemente mi atención, fue la de Carla Sobrero. El cuento, si mal no recuerdo, era “Aia” y me subyugó ya desde el primer párrafo. Había algo en esa prosa desatada y visceral que no había encontrado antes en el sitio.


La autora con la cual se encontrarán una vez que pasen la página, créanme, no da respiro. Su prosa es desenfrenada, cautivante, teñida de una poesía casi desesperada.


Leer a Sobrero es una experiencia única: ella tomaba el sitio de ELE por asalto. Subía dos o tres obras absolutamente deslumbrantes, que quitan el aliento de a sorbos hasta dejarnos extenuados y después desaparecía, sin dejar rastros. El vacío que dejaba nadie más podía llenarlo. Nadie puede, aún hoy.


La expresión “escribir desde las entrañas” es una frase hecha, no muy elegante y atribuible a muy pocos autores: Carla es una de ellas. El mundo que encontrarán a continuación es uno cruel. Sus protagonistas en su mayoría son mujeres llevadas al límite. Sus temas recurrentes son la violencia más descarnada, la supresión de la esperanza, la vejación, la ausencia absoluta de piedad; un realismo que mal utilizado, sería capaz de hacernos desviar la vista de la página.


Pero Carla es brillante y su prosa feroz e inmersiva: no nos permite apartar los ojos. El dolor que trasuntan sus letras es casi físico. Subyace esa poesía de la que hablábamos antes: descarnada pero al mismo tiempo estimulante. Esa fascinación es tan difícil de lograr, que muchos autores se quedan en el camino o peor aún, a metros de la línea de largada. Carla no: la mano que vas a sentir en la tuya a partir de la siguiente página, es una que te va a clavar las uñas en el dorso y no te va a soltar hasta llegar al final.


Carla Sobrero es una autora inteligente. Despiadada, eso sí, pero inteligente.

Humedezcan el pulgar y pasen la página, si se atreven. Eso sí, me atrevo a contradecir a

Burroughs, por que a partir de ahora, no se van a olvidar de Carla Sobrero.


DANIEL ASARO