Modelo ejemplar de investigación sociológica y cultural es el que
construye Juan Felipe Leal, quien en este segundo tomo de la colección Cartelera del cine en México, 1903-1911
rescata para placer de los espíritus curiosos el repertorio temático del cine
inicial. Haciendo propias las palabras del autor, diremos que la mayor parte de
la producción del cine primerizo fue no-ficcional
(escenas de clowns, boxeadores,
acróbatas, contorsionistas y prestidigitadores; exhibiciones de forzudos y animales
amaestrados; danzas, actos de mímica, números de ilusionismo y magia;
“travelogues”, “actualidades” y corridas de toros), y la menor parte de ella
fue ficcional (“noticias reconstruidas”,
anuncios publicitarios, escenas eróticas, relatos cómicos, pasiones cristianas,
adaptaciones de clásicos de la literatura o del teatro y melodramas).
Según advierte Leal, a
partir de 1903 tuvo lugar un ascenso de las películas ficcionales y una caída de las vistas no-ficcionales. Transformación a la que correspondió un progresivo
abandono de las funciones educativas, informativas y publicitarias del medio y
un reforzamiento cada vez mayor de su papel de entretenimiento. Además, las
cintas fueron incrementando su longitud: de los 30 o 40 segundos de duración de
los primeros años se transcurrió al minuto y medio, a los 3 minutos, a los 5
minutos, a los 12 minutos, y así sucesivamente hasta llegar a verdaderos
largometrajes.
El libro que el lector tiene en sus
manos nos transporta —como en un viaje por medio de la máquina del tiempo
ideada por H.G. Wells— al cine de los orígenes, que se presentaba como un
compendio de temas y motivos sacados de las tradiciones culturales más
variadas, desde el periodismo hasta la literatura clásica e infantil, desde el
circo y el teatro de variedades hasta la linterna mágica, desde el turismo
hasta la narrativa religiosa. Todo esto lo recrea Juan Felipe Leal en detalle y
profundidad. Mas no sólo nos ofrece sus textos, sino también una abundante
recopilación de fotogramas, fotografías, estampas, grabados, dibujos, carteles,
programas de mano y anuncios publicados en revistas y periódicos. Imágenes, en
suma, que recogen el espíritu de una época. Cartelera del cine en México, 1904 es así un objeto de colección y la
serie completa a la que pertenece —que llegará a doce volúmenes— lo es aún más.
Francisco Sánchez