[De la presentación]
Este calendario-directorio litúrgico será recordado como el que se preparó durante el confinamiento al que nos obligó en el año 2020 la pandemia del Covid-19. Sin que se note externamente, este calendario lleva la presencia de los miles de seres humanos que directa o indirectamente nos dejaron por culpa de esta epidemia y por los que seguiremos orando. Además, con las vidas de todas esas personas, la enfermedad se ha llevado también muchas ilusiones y muchas esperanzas, la situación de pérdida de trabajo y de pobreza que deja a su paso por el mundo esta pandemia es desoladora, pero desde la fe se presenta para nosotros como un aldabonazo para repensar nuestro estilo de vida en clave de cercanía y solidaridad, en clave de caridad cristiana.
Nuestra portada quiere “orientar” nuestra oración. El altar es siempre una ventana abierta a la esperanza cierta, desde él se lleva la “Buena noticia” al ambón para que configure nuestra mente y corazón según Dios. Desde la Mesa eucarística Cristo por mano de sus sacerdotes presenta al Padre la realidad cotidiana de la humanidad, realidad de sacrificio y cruz, de alegrías y buenos proyectos, y también de pecados que reclaman reparación. Y la respuesta es Bendición, el Padre, constantemente nos bendice con su Hijo entregado por amor y con su Espíritu derramado para perdonar, reconciliar y santificar. Esta luz no es una quimera, como entra entre las piedras del muro absial en esta imagen quiere asociarse a la solidez de piedra que da a nuestras vidas, especialmente en estos momentos de prueba.