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Orígenes, dinámicas, secuelas y resolución de los conflictos contemporáneos
出版Editorial Sanz Y Torres S.l., 2021
主題Psychology / Social Psychology
ISBN841831611X9788418316111
URLhttp://books.google.com.hk/books?id=LRclEAAAQBAJ&hl=&source=gbs_api
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註釋

La inmensa complejidad de nuestro sistema social, la inigualable capacidad simbólica del ser humano y sus motivaciones más básicas de reconocimiento, control o pertenencia favorecen innegablemente la aparición de tensiones y conflictos. Los conflictos no son, por lo tanto, anómalos ni innaturales, sino inherentes a la naturaleza humana y, en cierta medida, inevitables. Surgen constantemente, a veces con nosotros mismos, con otras personas o entre grupos sociales. En esta obra abordaremos específicamente el conflicto que surge cuando distintitos grupos o sus miembros (p.e., naciones, grupos ideológicos, étnicos, religiosos) perciben que sus posiciones resultan incompatibles con las de la otra parte.

El conflicto intergrupal puede ser producto de la percepción de incompatibilidad en referencia a distintos aspectos materiales (p.e., recursos, territorio) o simbólicos (p.e., valores, poder) y necesita de una narrativa que otorgue sentido al estatus conflictivo de la situación. Los discursos que surgen en torno a este tipo de fenómenos tienen una función legitimadora y suelen establecer dicotomías claras entre agresores y víctimas, buenos y malos, ellos y nosotros, enemigos y aliados. Categorías simples que aparentemente facilitan el proceso de toma de decisiones y permiten al ser humano desenvolverse en un mundo de extrema complejidad. En suma, líneas divisorias claras entre el bien y el mal. A esta simplificación de la realidad se le suman distintos factores motivacionales que responden a necesidades psicológicas universales que se entrelazan con la identidad colectiva de los miembros de dichos grupos, de forma que ninguna parte asumirá ubicarse en el lado del mal, sino que ambas se disputarán estar en posesión de la verdad y justificarán moralmente sus acciones. El resultado serán categorías cerradas, excluyentes, que se perciben cada vez más diferentes entre sí, con la legitimación moral de su parte en una batalla que frecuentemente pone en juego la misma identidad de los individuos. En tales circunstancias, el espacio para la racionalidad, tal y como generalmente es entendida, es muy limitado. Estas dicotomías, su antagonismo y su postura maniquea inherente recrudecen el entendimiento e imposibilitan la reconciliación en sociedades divididas, desembocando en ocasiones en una escalada de violencia e inmovilizando la posible negociación.

Para evitar el reduccionismo a la hora de comprender el conflicto humano se requiere asumir un enfoque multidisciplinar, que será el adoptado en esta obra. Dos cuestiones, sólo en apariencia contradictorias, parecen fundamentales a la hora de abordar la comprensión y la resolución de un conflicto. A la necesidad de aceptar que cada conflicto es único –consecuencia de circunstancias y dinámicas históricas específicas– se une el reconocimiento de la existencia de procesos subyacentes relativamente universales a la psicología humana, patrones comunes en la forma de pensar, sentir y comportarse de individuos y grupos que encontramos, una y otra vez y, de forma consistente, en diversos conflictos que se han desarrollado a lo largo de la historia. Esta obra asume, por lo tanto, que para analizar un conflicto debemos indudablemente reconocer que este se caracteriza por una singular idiosincrasia. Es producto de unos actores determinados, en un momento histórico particular y en unas coyunturas específicas, de ahí que sea absolutamente imprescindible una rigurosa contextualización de los distintos conflictos que los seres humanos han protagonizado en el pasado y de los que todavía están teniendo lugar en el presente. Aunque se puedan extraer ciertos paralelismos con otras experiencias (algo que puede resultar beneficioso a la hora de explicar sus orígenes, las dinámicas de su desarrollo y las posibles vías para su resolución), cada conflicto debe ser analizado como algo único y diferente, un fenómeno que surge entrelazado a la cultura, las tradiciones, las narraciones, la historia y la identidad de sus protagonistas. Que cada conflicto sea particular, de todos modos, no invalida la existencia de procesos psicosociales comunes a todos los seres humanos que pueden cimentar conflictos de índole muy diversa.

El propósito de la presente obra es el de analizar las distintas problemáticas inherentes a los conflictos humanos, prestándose especial atención a las diferentes tipologías de conflicto que se han desarrollado y se están desarrollando en el mundo contemporáneo (siglos XX y XXI), tanto a nivel internacional como en el corazón mismo de nuestras sociedades modernas. A lo largo de los distintos capítulos se examinarán tipologías de conflicto muy diferentes: desde las desavenencias y disputas violentas entre los distintos grupos que conforman una misma sociedad, a los enfrentamientos entre naciones, pasando por las guerras civiles o fenómenos como el terrorismo nacional e internacional. La apuesta de los editores ha sido la de reunir contribuciones de académicos procedentes de diferentes disciplinas y especialidades, lo que ha dado lugar a capítulos muy heterogéneos desde distintos puntos de vista con el fin de reconstruir el rompecabezas del conflicto humano. La idea es la de poder acercarnos –en la medida de lo posible– a la enorme complejidad que caracteriza la naturaleza de los conflictos y su estudio por parte de los miembros de distintas ramas del saber. Cada uno de los autores que ha participado en esta obra colectiva ha abarcado la temática del conflicto desde una perspectiva muy concreta, examinándola a partir de los recursos propios de su disciplina y de las técnicas analíticas específicas de su rama de especialización. El lector y la lectora interesados en esta problemática, tendrán así a su disposición un libro que se caracteriza, por un lado, por el objetivo común de ampliar nuestro conocimiento sobre las razones que llevan a la eclosión del conflicto, las dinámicas que lo mantienen, sus consecuencias materiales y psicológicas y las distintas formas de resolución del mismo y, por el otro, por la multiplicidad de enfoques, técnicas y metodologías de análisis con los que dichos estudios han sido abordados.

La obra consta de diez capítulos presentados en forma de recorrido por los distintos enfoques teóricos y aspectos de un conflicto para comprender su origen, sus dinámicas, sus consecuencias y sus posibilidades de resolución. A lo largo de este trayecto, expertos de distintas áreas del saber nos guiarán a través de sus palabras en este camino de comprensión del conflicto humano. Historiadores expertos en relaciones internacionales, guerra civil española, posmemoria, historia cultural y social y conflicto palestino-israelí nos conducirán a través de los enfoques propios de sus disciplinas para analizar la dimensión internacional del conflicto, el trauma y los silencios de la guerra civil en la sociedad española, el uso de la cinematografía en los procesos de posmemoria a través de los escenarios del holocausto y la comprensión del enfrentamiento entre palestinos e israelíes desde un análisis histórico y de empoderamiento de la paz.

Por su parte, psicólogos sociales expertos en radicalización violenta, conflicto intergrupal, prejuicio étnico, diversidad cultural y resolución de conflictos abordarán la dimensión subjetiva del conflicto humano, los procesos psicosociales implicados en el origen y el mantenimiento de los conflictos intergrupales, los desafíos de las relaciones interculturales y la gestión de la diversidad en las sociedades contemporáneas, los factores subyacentes al terrorismo, y las estrategias más eficaces para la resolución del conflicto y la reconciliación de sociedades divididas. Al margen de las contribuciones teóricas, la aportación más aplicada viene de la mano de un autor especialista en salud mental y apoyo psicosocial en el contexto humanitario. Su experiencia en los campos de refugiados en distintas zonas de conflicto en la actualidad ofrecerá al lector un acercamiento a la realidad de las dramáticas consecuencias de la guerra en la población afectada, pero también brindará un destello de esperanza al ofrecer claves relevantes para el desarrollo de la resiliencia humana y una auténtica reconstrucción después del desastre.

La obra, además, puede ser dividida en tres partes distintas en relación con el objeto específico de las observaciones de los capítulos que la componen, analizándose las razones que se ocultan detrás de la eclosión de los conflictos entre distintos colectivos, los devastadores efectos que producen sobre sus víctimas directas e indirectas, además de las estrategias que llevan a su resolución. Los primeros trabajos intentan remontarse a los orígenes de los conflictos y profundizan en las muy distintas maneras en la que se desarrollan. Examinan las diferentes dinámicas históricas que han favorecido la eclosión de cierta forma de enfrentarse de los grupos y de las naciones, además de los factores psicosociales que llevan a que se produzcan las rivalidades, los recelos, las incomprensiones y, en última instancia, las violencias. Los siguientes capítulos abordan la trágica cuestión de las consecuencias de los conflictos, en términos de sufrimiento directo, pero también de las cicatrices que dejan a medio y largo plazo en las personas y en la sociedad, además de las muy distintas formas en las que dichos conflictos han sido recordados, asimilados o aceptados por quienes fueron testigos de ellos y por las generaciones posteriores. En la última parte del trabajo se plantean estrategias para la resolución de los conflictos y para la reconciliación entre personas que, a lo largo de toda una vida, o incluso durante distintas generaciones, han cultivado desconfianza, miedo y resentimiento hacia «el otro». Se defiende aquí la importancia de deconstruir los relatos que se basan en el revanchismo y en la deshumanización del otro, y se plantean estrategias de negociación, encuentro y reconciliación.

El hecho de que una obra sobre conflicto concluya con las posibilidades de su resolución refleja la confianza en el cambio y la firme creencia de que estos fenómenos no son inmutables. Si los conflictos –aunque no necesariamente la violencia– son inherentes a la naturaleza humana, la diplomacia, las negociaciones, la capacidad de perdonar, los intercambios, los actos de generosidad, las acciones solidarias, las conquistas sociales, los avances científicos, también han jugado un papel trascendental en la historia de la humanidad. Si pensamos en los acontecimientos históricos más importantes y llamativos que hemos presenciado a lo largo de nuestra vida, seguramente pensaremos –sea cual sea nuestra edad– en eventos marcados por una violencia destructiva, tales como guerras, genocidios, acciones terroristas (por ejemplo, los atentados del 11S o del 11M), y sin embargo, nuestra mente también rememorará un gran número de sucesos que nada tienen que ver con el odio o la confrontación. Serán eventos negativos como la reciente pandemia del Covid-19, pero también hechos positivos, como el nacimiento de la Unión Europea, la caída del Muro de Berlín o la llegada del primer ser humano a la luna. No se trata, en suma, de trabajar sólo y únicamente con el fin de encontrar solución para los conflictos. Se trata en realidad de promover un verdadero giro epistemológico, reconociendo que muy a menudo el verdadero punto de partida es la paz, siendo la guerra el mero reflejo del fracaso de todas las tentativas de cooperación, compromiso y negociación, y constituyendo el conflicto violento más la excepción que la regla.

Lo cierto es que nuestras vidas están marcadas por enfrentamientos constantes –con nuestros seres queridos, en el trabajo, en la calle– pero sobre todo están llenas de amor, amistad y de una perenne cooperación con todo el mundo que nos rodea. A nivel grupal, nos fijamos –como es justo que sea– en las muchas injusticias que ocurren cada día delante de nuestros ojos –violencia, sexismo, racismo, homofobia, desigualdad económica, diferencias en las condiciones de partida y en el acceso a los bienes materiales y culturales– olvidando, demasiado a menudo, que nuestras sociedades se componen de miles de grupos diferentes que –cada día– producen una red infinita de contactos, intercambios de todo tipo y cooperaciones de la más distinta naturaleza. A nivel internacional, en el siglo XX y XXI hemos sido testigos de algunas de las más terroríficas carnicerías de la historia, pero también de un crecimiento de los derechos de las masas y de una difusión del bienestar colectivo sin precedentes en la historia de la humanidad, conociendo muchísimas naciones del planeta –por ejemplo, la mayoría de las que componen el continente europeo– el más largo periodo de paz que jamás se recuerde.

El conflicto violento a veces se infiltra tanto en los poros de la vida de las personas que acaba absorbiendo a las sociedades, abocándolas a un sufrimiento sostenido y prolongado. Sin embargo, a pesar de la aparente imposibilidad de su resolución, sociedades profundamente divididas pueden encontrar caminos para la reconciliación y para crear un futuro diferente. Si afirmásemos que el conflicto violento es inevitable, que es parte fundamental de la ontología humana, si proclamásemos que la historia no ha sido nada más que una interminable sucesión de matanzas, los estudios sobre las razones que llevan al conflicto –como esta obra– no tendrían ningún sentido, pues mucho más razonable sería aprender a resignarnos a la injusticia, a la violencia y a la guerra. Por el contrario, es el reconocimiento del papel de la paz en la historia, la exaltación de la capacidad de mujeres y hombres para evitar y gestionar los conflictos con la negociación y el compromiso, lo que nos empuja a estudiar las razones por las que –demasiado a menudo– el ser humano recurre a actos atroces como la humillación, la discriminación, el sometimiento e, incluso, la aniquilación de sus semejantes.

En el capítulo 1, Antonio Niño realiza una aproximación al conflicto desde el punto de vista de las relaciones internacionales, lo que permite contextualizar los distintos tipos de conflicto a los que el ser humano se ha enfrentado en su historia reciente. En primer lugar, el autor abarca importantes cuestiones teóricas, debatiendo los principales enfoques que han ido haciéndose dominantes en distintas disciplinas de las ciencias humanas y sociales en relación con la naturaleza del sistema internacional y el funcionamiento de las relaciones entre naciones. También se resumen los principales debates que se han desarrollado en las últimas décadas en el mundo académico alrededor de la naturaleza de los conflictos que han caracterizado la edad contemporánea y, más específicamente, el tiempo presente. El autor analiza además la evolución –en términos de la naturaleza de los actores y de las dinámicas de la confrontación– de los enfrentamientos militares y paramilitares, desde la época de la Guerra Fría hasta la actualidad. A partir de un enfoque historiográfico, se contrastan así dinámicas y procesos que han caracterizado los periodos anterior y posterior a la caída del Muro de Berlín, destacándose similitudes y diferencias entre estas dos etapas de la historia reciente.

En el capítulo 2, Alexandra Vázquez, Lucía López-Rodríguez y Ángel Gómez contraponen la perspectiva racional (material) con la perspectiva subjetiva en la comprensión del conflicto humano. Frente a una postura que entiende el conflicto de una forma materialista y utilitarista, la aproximación que se adopta en este capítulo nos insta a considerar principios básicos como la asunción de la construcción de la realidad social, la importancia del pensamiento no racional en nuestros juicios o las creencias inconscientes sobre la naturaleza del comportamiento del otro a la hora de abordar el conflicto intergrupal. Estos aspectos básicos unidos a las motivaciones sociales ligadas a la pertenencia, la comprensión compartida, el control, la confianza o la autoestima son esenciales cuando se analizan las dinámicas de un conflicto. Además, procesos como la fusión de la identidad con un grupo o la adhesión a valores sagrados inviolables pueden explicar por qué las personas son capaces de luchar, e incluso morir, por su grupo étnico, nacional o por sus ideas. Los individuos y los grupos que se embarcan en confrontaciones que suponen pérdidas y sacrificios importantes y son capaces de luchar por una causa perdida hasta las últimas consecuencias, no actúan como actores racionales movidos por intereses materiales, sino como actores devotos, movidos por razones mucho más trascendentales relacionadas con su identidad y sus convicciones.

En el capítulo 3, Isabel Cuadrado describe las distintas teorías y enfoques que se han desarrollado para comprender los factores que explican el odio y la confrontación en los conflictos intergrupales. En primer lugar, analiza la teoría del conflicto realista, centrada en la percepción de interdependencia negativa entre las partes y las creencias de suma-cero (i.e., lo que uno gana, lo pierde el otro) cuando se compite por recursos que a ojos de sus protagonistas se perciben como escasos. A continuación, profundiza en la teoría de la identidad social, con el foco orientado a la búsqueda natural del ser humano por alcanzar una identidad social positiva y cómo esta búsqueda puede pasar por la derogación del «otro». La percepción de injusticia y la emoción de ira, propias de la privación relativa, también pueden movilizar a las personas para verse envueltas en un conflicto como parte de un proceso de cambio social. Por otra parte, el miedo es una emoción transversal en conflictos de diferente naturaleza. El otro puede percibirse como una fuente de amenaza a los recursos materiales y a la seguridad del propio grupo, pero también puede amenazar sus valores y formas de ver el mundo. Sin embargo, los conflictos violentos que perduran en el tiempo necesitan de algo más, de todo un sistema de creencias compartidas por la sociedad sobre la justicia de los objetivos del grupo, la seguridad del colectivo de pertenencia, la deslegitimación del rival, la autoimagen colectiva positiva, la victimización, el patriotismo, la unidad o la paz. Finalmente se aborda el proceso de deshumanización del enemigo, como factor que contribuye a la comprensión de lo inexplicable: las crueles matanzas y los genocidios.

En el capítulo 4, Ana Urbiola, Marisol Navas y María Sánchez-Castelló abordan algunos de los grandes desafíos de nuestra sociedad actual: el conflicto intercultural, el prejuicio étnico y la gestión de la diversidad cultural en las sociedades contemporáneas. La convivencia de grupos culturales con valores y tradiciones diferentes en un mismo espacio físico implica una enorme riqueza cultural, pero también es fuente de tensión, pues puede percibirse como causa de amenaza material o simbólica. El auge de partidos xenófobos en nuestra sociedad europea es un signo de ello. Aunque el prejuicio tradicional ha ido mutando, las actitudes negativas hacia grupos culturales diferentes y minoritarios persisten y favorecen la exclusión social. Cómo gestionar la diversidad ante valores profundamente arraigados en la identidad de los grupos y percibidos como incompatibles, el ajuste en los procesos de aculturación de miembros del grupo mayoritario y minoritario o la eficacia de la perspectiva multicultural frente a otras ideologías alternativas de gestión de la diversidad son cuestiones esenciales para facilitar la construcción de sociedades inclusivas y diversas.

En el capítulo 5, Alexandra Vázquez ofrece importantes claves para comprender los factores que pueden conducir a las personas a descender el camino que desemboca en la violencia y a unirse a grupos terroristas. Tras una contextualización histórica del terrorismo, la autora analiza las razones para unirse a grupos terroristas según distintos modelos teóricos. Un primer modelo identifica tres elementos que interactúan entre sí para explicar este fenómeno: la necesidad de significación personal, una narrativa legitimadora de la violencia y una red o grupo que cumple diversas funciones de validación de dicha narrativa, presión normativa y pertenencia. El siguiente modelo identifica tres conjuntos de factores que interrelacionados lograrían explicar la internalización de ideologías extremistas: los factores personales (nivel micro), relacionados con las diferencias individuales y las experiencias personales traumáticas; los factores de atracción (nivel meso), relacionados con la ideología, la propaganda o las dinámicas grupales; y los factores de empuje (nivel macro), relacionados con factores macroestructurales de vulnerabilidad como la pobreza, el desempleo, la represión o la privación relativa. Por su parte, el modelo de las tres fases aborda el proceso de radicalización violenta desde la fase inicial de sensibilidad hasta la última fase de acción, pasando por la pertenencia grupal. Finalmente, se abordan distintos factores de desradicalización, incluyendo aquellos que «empujan» desde dentro hacia fuera y aquellos que «atraen» hacia fuera a los miembros de la organización terrorista.

En el capítulo 6, Miguel Ángel del Arco afronta la temática de las graves consecuencias que las atrocidades cometidas en ocasión de la guerra civil española y durante la dictadura franquista han llegado a ocasionar sobre la sociedad española en general y sobre las víctimas del régimen militar de Franco, más en particular. El autor se centra en las secuelas físicas producidas por las batallas, las ejecuciones sumarias, la privación de libertad y la falta de unas adecuadas condiciones de higiene y alimentación, pero también en las violencias psicológicas padecidas por quienes fueron constantemente humillados y culpabilizados por un gobierno que dividió radicalmente a la población entre los verdaderos españoles, por un lado, y los traidores de una causa sagrada, por otro. Se hace así revivir el angustioso dolor de quienes no tuvieron a su disposición un relato oficial del Estado que les proporcionase consuelo y que les infundiese orgullo por la muerte en batalla o ante un pelotón de fusilamiento de sus seres queridos, condenando el régimen de Franco a los vencidos de la guerra a décadas de humillaciones y exclusión social. El capítulo intenta remontarse al dolor de quienes en aquel conflicto perdieron su mundo, sus sueños y su dignidad, reconstruyéndose el ensordecedor silencio al que fueron condenados quienes lucharon en el bando que tuvo la desgracia de salir derrotado de la contienda que se originó tras el fallido golpe de estado de julio de 1936.

En el capítulo 7, Maurizio Cinquegrani ha examinado –con la metodología propia de la disciplina de los Film Studies– las obras de cine documental relativas a los viajes de regreso que muchos supervivientes del holocausto –además de muchos de los familiares de las víctimas de la barbarie nazi– realizaron hacia los lugares que fueron testigos de la vida y posterior aniquilación de las comunidades judías de Polonia. El genocidio de los judíos europeos se convierte así en el símbolo más representativo de lo que puede llegar a generar –en términos de ciega intolerancia, odio feroz, violencia inaudita y destrucción descontrolada– un conflicto entre seres humanos. El autor se centra en las imborrables cicatrices que la furia homicida del nacionalsocialismo alemán dejó en los supervivientes, pero también en el gran desafío de víctimas y familiares a la hora de poder recordar y conmemorar a una comunidad de millones de personas que fue literalmente cancelada del mapa de Europa. Se trata, en fin, de una dolorosa reflexión que abarca temáticas que son a la vez profundamente inquietantes y sumamente interesantes: ¿quiénes son los que escriben la memoria? ¿A partir de qué tipo de rastros? ¿De qué manera pueden, las víctimas de un conflicto cuyas consecuencias fueron tan extremas, afrontar la desolación, la ausencia y la desaparición de sus familias, de su pueblo y de todo su mundo?

En el capítulo 8, Omar S. Rasheed acerca al lector a la realidad de una de las manifestaciones más letales del conflicto, la guerra. Se exponen las consecuencias psicosociales de los conflictos armados en la sociedad en su conjunto y en los afectados en particular. De mano de sus experiencias en el campo humanitario en Irak, Sudán o Yemen, su autor nos transporta a la realidad de los campamentos de refugiados y nos muestra las consecuencias más devastadoras de la guerra sobre las personas y sus comunidades, así como los múltiples desafíos que tienen que afrontar. El nivel de destrucción a nivel estructural que provoca una guerra y las heridas psicológicas que esta acarrea en todos los miembros de la comunidad, especialmente en los más vulnerables como son los niños y las mujeres, no debe oscurecer la capacidad de resiliencia de los seres humanos. La resiliencia no es un rasgo fijo e inmutable, sino un proceso dinámico que se construye en interacción con la propia comunidad. Las personas ponen en marcha estrategias de afrontamiento y desarrollan habilidades que consiguen amortiguar el impacto de la guerra. La reconstrucción tras la destrucción, sin embargo, debe enmarcarse y contextualizarse en la cultura local para evitar que la ayuda pueda acabar dañando aún más a la comunidad ya golpeada por el desastre.

En el capítulo 9, Dario Migliucci aborda, desde un enfoque historiográfico, el estudio de uno de los conflictos más trágicos, duraderos y emblemáticos del mundo contemporáneo: el enfrentamiento entre israelíes y palestinos. El autor analiza los complejos procesos históricos que han llevado al estallido de la violencia en el Próximo Oriente y las dinámicas subyacentes a su mantenimiento y retroalimentación a través de las décadas. Se examinarán los relatos que ambos pueblos han construido sobre la historia de su tierra, narrativas nacionalistas que frecuentemente han justificado estrategias basadas en la violencia y en políticas belicistas, dificultando el camino de quienes desde siempre trabajan para la resolución del conflicto. El conflicto del Próximo Oriente, en efecto, será también tomado como ejemplo de la irreprensible voluntad de reconciliación demostrada por individuos y colectivos que viven en aquella tierra, rescatándose del olvido las iniciativas de paz y los esfuerzos de cooperación que se han llevado a cabo a lo largo de la historia. La idea central del texto es que el Próximo Oriente puede ser señalado como el ejemplo más fehaciente de conflicto intratable, pero también como el escenario en el que, década tras década, han sido llevados a cabo asombrosos actos de cooperación, convivencia y negociación, alcanzándose tratados de paz que han demostrado –pese a todas las dificultades ocasionadas por coyunturas altamente desfavorables– saber resistir el paso del tiempo.

Finalmente, en el capítulo 10, Lucía López-Rodríguez analiza algunos de los procesos que pueden conducir a la resolución de un conflicto y la reconciliación entre sus partes. Para iniciar el arduo camino que supone la reconciliación de sociedades profundamente divididas por un pasado de violencia, miedo y desconfianza, se plantea la necesidad de conocer al otro. A través del contacto, los miembros de grupos enfrentados verán reducida la amenaza que provoca el otro y se incrementará la posibilidad de comprender empáticamente sus razones. En este proceso, las fronteras de la identidad de los grupos pueden también sufrir alteraciones y llegar a diluirse por medio de interacciones personalizadas con miembros del otro grupo o a través de la creación de una categoría más inclusiva que envuelva, de forma conjunta, a ambos grupos previamente enfrentados. Sin embargo, es importante que en el proceso de reconciliación los grupos no se vean desprendidos de su pertenencia grupal. Reconocer la multiplicidad de identidades sociales a las que unos y otros pertenecen abre las puertas hacia una sociedad tolerante, donde se reconocen las diferencias y los desacuerdos, a la vez que se favorece la comprensión mutua y la negociación de las posiciones. Este esfuerzo se verá facilitado por procesos de regulación emocional, la posibilidad de sanar a través del perdón y la esperanza en el cambio. Aunque hay muchos caminos para la paz, cuando las desigualdades estructurales son tan marcadas que cualquier estrategia favorecería la perpetuación del conflicto, la acción colectiva puede ser la vía para alcanzar tanto la paz como la justicia.